Volvemos a Más de Uno Alcalá - Onda Cero
En este segmento de «Alcalá en Verde» de Onda Cero, dedicado al Medio Ambiente, se aborda un tema crucial: el control de la oruga procesionaria para garantizar el bienestar tanto de personas como de animales. Para desgranar todos los detalles, Miguel Bóveda, del Centro de Cetrería Campeza, explica un proceso natural y biológico que están implementando.
El objetivo principal de este proyecto, que se desarrolla en colaboración con el Ayuntamiento de Villalbilla, es la instalación de cajas nido. Estas cajas están diseñadas para fomentar la reproducción de especies que son depredadores naturales de la oruga procesionaria en sus diversas fases de desarrollo. La meta es clara: realizar un control natural, evitando el uso de pesticidas químicos que podrían afectar a otras especies y a la salud de la población y el entorno.
Miguel detalla cómo se lleva a cabo este proceso. Primero, se utiliza una «línea verde» del Ayuntamiento para recopilar las quejas de los vecinos y crear un mapa de las zonas más afectadas por la oruga. Luego, el equipo de biólogos de Cetrería Campeza se desplaza a estas áreas para evaluar la viabilidad de instalar las cajas nido. En el año 2021, se instalaron 30 cajas nido para diversas especies de páridos, como el carbonero común, el herrerillo común y el carbonero garrapinos. Los resultados han sido muy positivos, con un índice de ocupación del 100%, lo que contribuye significativamente al control de esta plaga.
Se ofrece una explicación detallada del ciclo de vida de la oruga procesionaria. Durante febrero y marzo, la oruga desciende de los pinos en «procesión» para enterrarse y formar la crisálida, de la cual emerge una polilla nocturna que vive solo tres o cuatro días. Esta polilla pone entre 120 y 300 huevos en las acículas del pino, eclosionando en 30 o 40 días para dar paso a la fase larvaria, que dura de octubre a enero. Durante esta fase, las orugas se alimentan de las acículas del pino y construyen las características bolsas blancas para protegerse del frío. El objetivo de las cajas nido es que los páridos se alimenten de estas orugas durante su etapa larvaria.
Miguel Bóveda también explica la importancia de la climatología en la proliferación de la oruga. Las crisálidas pueden permanecer latentes hasta tres o cuatro años si las condiciones no son óptimas. En años cálidos, se produce una «explosión» de la población. Para controlar esto, existen depredadores naturales: los páridos que se alimentan de las larvas (una pareja con sus pollos puede consumir más de 50.000 orugas y 15 millones de insectos al año), las rapaces nocturnas que cazan a la polilla adulta, y las hormigas rojas que se alimentan de los huevos. Fomentar la conservación de estas especies es clave para un control efectivo.
Finalmente, se abordan los riesgos asociados a la oruga procesionaria. Sus pelos contienen una toxina llamada Thaumatopina, que puede provocar picores, ronchas, vómitos e incluso problemas respiratorios y asfixia en personas. En animales domésticos, como perros, el contacto o la ingesta pueden causar necrosis en la lengua. Miguel ofrece consejos de primeros auxilios, como evitar rascarse y usar agua caliente, y recomienda acudir a un centro médico o veterinario en casos graves. El centro de Cetrería Campeza ofrece un servicio de atención primaria para avisos de fauna silvestre, incluyendo la oruga procesionaria, acudiendo en menos de 45 minutos para valorar la situación. Se enfatiza la importancia de la educación y concienciación, ya que el objetivo no es exterminar a la oruga, sino controlarla de forma natural y ética para lograr una convivencia equilibrada con la fauna.